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La alegoría, del griego ἀλληγορία (allegoría) «figuradamente», es una figura literaria o tema artístico, que busca representar una idea valiéndose de formas humanas, de animales u objetos cotidianos.
La alegoría pretende dar una imagen a lo que no tiene imagen, para que pueda ser mejor entendido por la generalidad. Dibujar lo abstracto, hacer «visible» lo que solo es conceptual, obedece a una intención didáctica. Así, una mujer ciega con una balanza es alegoría de la justicia, y un esqueleto que porta una guadaña es alegoría de la muerte. El creador de alegorías suele esforzarse en explicarlas para que todos puedan comprenderlas. Por su carácter evocador, se empleó profusamente como recurso en temas religiosos y profanos. Fue utilizada desde la Antigüedad, en la época del Egipto faraónico, la Antigua Grecia, Roma, la Edad Media y el Barroco, aunque el uso del término "alegoría" en gramática y retórica comienza en el siglo I a. C. con Cicerón y Quintiliano como principales sistematizadores.[1]
Una alegoría puede entenderse como una temática artística o una figura literaria utilizada para simbolizar una idea abstracta a partir de recursos que permitan representarla, ya sea apelando a individuos, animales u objetos. Por citar un ejemplo: la imagen de una calavera con dos huesos cruzados constituye una alegoría de la piratería.
También se denomina alegoría a un procedimiento retórico de más amplio alcance, en tanto que por él se crea un sistema extenso y subdividido de imágenes metafóricas que representa un pensamiento más complejo o una experiencia humana real, y en ese sentido puede constituir obras enteras, como el Roman de la Rose de Jean de Meung; la alegoría se transforma entonces en un instrumento cognoscitivo y se asocia al razonamiento por analogías o analógico.
Tzvetan Todorov dice que una alegoría implica la existencia de, por lo menos, dos sentidos para las mismas palabras; se nos dice a veces que el sentido primero debe desaparecer, y otras que ambos deben estar juntos. En segundo lugar, este doble sentido está indicado en la obra explícitamente y no depende de la interpretación. La imposibilidad de atribuir un sentido alegórico a los elementos sobrenaturales del cuento, nos remite al sentido literal.
Los escritores y oradores suelen utilizar alegorías para transmitir significados (semi)ocultos o complejos a través de figuras, acciones, imágenes o acontecimientos simbólicos, que en conjunto crean el significado moral, espiritual o político que el autor desea transmitir.[2] Muchas alegorías utilizan la personificación de conceptos abstractos.